Tienes un qué se yo que yo qué sé. Que yo ya no me enetero de nada.
Que yo no se de qué me hablas cuando me hablas del color del viento, ni si alguna vez lo ha tenido, pero el color de tu pelo... podría distinguirlo entre cientos.
Que yo no se de qué me hablas cuando me hablas del color del viento, ni si alguna vez lo ha tenido, pero el color de tu pelo... podría distinguirlo entre cientos.
Hablas de las maravillas de la seda y el terciopelo, pero ojalá pudieras tocarte como te toco y comprobar lo inútil que resulta el duelo.
Me hablas de distinguir olores, pero las rosas y los libros viejos se entremezclan, y ya no los diferencio, pero en tu cuello... nadie puede olerlo al menos como yo lo huelo, pero tu cuello...
Tienes un qué se yo que yo qué sé. Que yo ya no no quiero enterarme de nada.
Sandra
Sandra