No te vayas, no te acerques.
La piel me arde cuando la incertidumbre muere.
Un fuego encarnizado devora mi carne, que no te teme.
El miedo entra en la oscuridad, y desaparece.
No te vayas, no te acerques.
Los sueños que suben que bajan y vienen;
me acercan razones que la razón ni entiende.
Me tocas, me provocas y me enciendes.
No te vayas, no te acerques.
Eres caricia que en papel de cerilla (me) prende,
una llama que te contagia, y (te) prendes.
Que calme mas tarde; ahora, que todo se queme
No te vayas, no te acerques.
Gritaré hasta que el silencio me llene.
Hasta que tu voz me lleve.
Amor, mi amor, ¡mi amor! no te vayas, no te acerques.
Cierra los ojos, coge aire,
lo hemos hecho, ya todo arde.
Sandra
domingo, 21 de julio de 2013
lunes, 15 de julio de 2013
Desvelos de una noche
Puede que mi sueño se quedara en la habitación en la que ahora duermes. Te regalé todas las noches y ahora ya nadie está conmigo cuando se ha ido el sol. La luna no me mira porque un día te descubrí desnuda ante ella. Es lógico, yo también invertiría mis horas en mirarte a través de las rendijas de una persiana para dibujar un poco de mí en tu cuerpo.
No es que me provoques insomnio, es que dormir contigo era más fácil.
No es que me provoques insomnio, es que dormir contigo era más fácil.
Sandra
miércoles, 10 de julio de 2013
Delirios
Despertar sin ti y sintiéndote a mi lado, cuando me has vuelto a causar esa sensación de descontrol absurda y completa que hace que viva de ilusiones hasta que se vuelve sencillo. Y todo ello sin tú saber nada en la más completa ignorancia de alguien que mueve un mundo a patadas, aunque no te culpo. Y yo, como una especie de tortura que me trae sudores, y no fríos, me revuelvo cuando simplemente con girarme a la nada podría pararlo todo. Pero en un arrebato de masoquismo que se ha quedado a vivir en mi, no quiero pararlo.
Y puede que algún día descubra el por qué, mientras tanto sigo tapándome con las sábanas hasta en verano.
Y puede que algún día descubra el por qué, mientras tanto sigo tapándome con las sábanas hasta en verano.
Sandra
martes, 9 de julio de 2013
lunes, 8 de julio de 2013
Desde antes de saberlo.
Alguna vez enseñaré a alguien mi cajón y podré decirle "¿Ves? te quería desde entonces sin saberlo"
La que se enamora soy yo
Me dijeron que para enamorarla tenia que hacerla sonreír.
El problema es que cada vez que sonríe la que se enamora soy yo.
Y no quiero escribir sobre eso, porque cuando empieze hago que todo lo que hay por medio desprezca y acabamos las dos concenadas al infierno. Pero entonces, qué hago si te veo reir y tu alrededor, y mi alredor, pierde color y queda deslumbrado. Me pierdo de la realidad y en realidad no quiero volver a ella porque se está muy bien sin sentir el suelo.
Pero entonces, ¿te estás enamorando?
¿Le dijeron que para enamorarme tenia que hacerme sonreír.?
No hay problema, cada vez que sonríe la que se enamora soy yo.
El problema es que cada vez que sonríe la que se enamora soy yo.
Y no quiero escribir sobre eso, porque cuando empieze hago que todo lo que hay por medio desprezca y acabamos las dos concenadas al infierno. Pero entonces, qué hago si te veo reir y tu alrededor, y mi alredor, pierde color y queda deslumbrado. Me pierdo de la realidad y en realidad no quiero volver a ella porque se está muy bien sin sentir el suelo.
Pero entonces, ¿te estás enamorando?
¿Le dijeron que para enamorarme tenia que hacerme sonreír.?
No hay problema, cada vez que sonríe la que se enamora soy yo.
Sandra
lunes, 1 de julio de 2013
La piel que la desnuda
Se quedaron llorando las paredes cuando ella salió de la ducha. Como cuando la almohada pierde vida cada mañana cada vez que ella se levanta, no puede retener su calor y poco a poco va volviendose fría. Unas sábanas protectoras con complejo de heroínas cuando son ellas las que necesitan una dosis de su tacto. Unas sábanas celosas de esa camiseta grande, blanca, y que a ella le hace las veces del pijama más sensual que nadie pueda imaginar en su mente. Esa camiseta que sobrevive con el aroma que ha dejado su piel y revive cada noche cuando despúes de consolar a las paredes de una ducha que vuelven a llorar, refugia entre sus brazos la piel que la mantiene viva ante los celos de unas sábanas que una noche más sirven de escudo y una almohada que, afortunada, roza sus labios.
Aunque ellas lo saben, la verdadera fortuna la tiene ella. No ELLA sino ella. La otra piel que la abraza, la piel que se interpone entre las sabanas y quien roba los besos que eran de la almohada, la piel que la desnuda.
Aunque ellas lo saben, la verdadera fortuna la tiene ella. No ELLA sino ella. La otra piel que la abraza, la piel que se interpone entre las sabanas y quien roba los besos que eran de la almohada, la piel que la desnuda.
Sandra
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