lunes, 25 de febrero de 2013

El silencio de la nieve.

Si hay algo más tranquilizador que el silencio de una noche de nieve, yo no lo conozco. 
Es absolutamente asombroso lo imnotizante que es una noche así. Porque si alguna vez has visto nevar, durante la noche, sabes de lo que te hablo.
Es como si el mundo dejase de respirar. Los perros no ladran, las pisadas no se oyen, los niños que hacían muñecos de nieve están durmiendo. ¿Ha dejado de girar el mundo? Todo se ha parado, menos la nieve, ella sigue cayendo ajena a la tranquilidad que le rodea. Solo, si te adaptas al silencio, si respiras flojito, con él, sin una exalación más alta que la falta de sonido, lo oyes. Puedes oir como cae la nieve sobre la nieve. Suave, casi inperceptible.
                                                                                                         Sandra

domingo, 24 de febrero de 2013

Tiempo sin tiempo


Preciso tiempo, necesito ese tiempo que otros dejan abandonado porque les sobra o ya no saben que hacer con él.
Tiempo.
En blanco.
Tiempo para mirar un árbol, un farol, para andar por el filo del descanso, para pensar; qué bien, hoy es invierno.
Y para darme cuenta.
Y para darme cuerda
Tiempo para esconderme, y para estar al día, para estar a la noche. Tiempo sin recato y sin reloj.
Digamos que me hace falta tiempo sin tiempo.
Mario Benedetti.

martes, 12 de febrero de 2013

Reflejo 2.0


Tienes esa sensación de haber pasado toda tu vida buscando a alguien imprescindible que logre acallar la falta de aire, de música, de brillo, de color, e irónicamente, también la falta de espacio. Viviendo con alguien que se le parecía pero que era humo.
Mero tránsito.
Porque un día te despiertas y sin saber cómo está ahí, mirándote sin pestañear si tu no pestañeas, respirando contigo y conociéndote al mismo tiempo que tu a ella. Es la de siempre, pero es nueva. Coges aire, tu pecho se mueve, su pecho se mueve. Sonríes, y ella, sonrie. 
Es entonces cuando la realidad - más clara que nunca -  te abofetea y por unos segundos tienes la certeza de que no puedes borrar la expresión de felicidad de la cara, que tus ojos, con su brillo, hoy le van a hacer la competencia al sol. La estás conociendo. A esa persona que siempre has querido conocer, la estás conociendo. Está ahí en el espejo. Tú.
                                                                                                                                           Sandra


domingo, 10 de febrero de 2013

En un autobús

Pasas tantas horas en un autobús que al final es imposible no hacer dos cosas.
 La primera pensar a dónde está yendo toda esa gente, qué inquietudes tienen. ¿A caso están siendo felices? Te preguntas si estarán llevando la vida que desean, incluso llega a interesarte qué han desayunado hoy. Como es imposible hacer un repaso de todos los pasajeros te centras en las cuatro personas que tienes alrededor. ¿A quién van a ver? ¿Les estarán esperando en la estación? Cuando llegas te das cuenta que solo va y viene por negocios. Deberías haber reparado antes en el maletín negro que custodia a los pies. Aunque es cierto que a veces ves la mirada inquieta de alguien que esta abajo y que busca una cara en el interior del autobús. La está buscando. Ahí sí, ha tenido suerte, a ella sí que la espera alguien. Deberías haber reparado antes en la sonrisa de su cara y en la mirada perdida en el horizonte a través de la ventana.
La segunda cosa es tu propia vida. Un repaso rápido. ¿La estas aprovechando? Lo bueno, lo malo. Estás orgullosa. Sonríes. Quizá alguien esté pensando si te están esperando en al estación. Imaginas que alguien te espera en la estación. Quizá alguien esté pensando en los negocios de tu viaje. Imaginas el negocio de tu vida. El desayuno que te hubiera gustado tener en lugar de las tostadas del pan que sobró ayer. Deberían haber reparado en la inquietud de tu mirada, en la sonrisas intermitentes. Tú sigues buscando tu camino segura que ellos seguirán con el suyo.
¿Lo sabrán? ¿Se habrán dado cuenta? No, seguro que no.
                                                                                                                                                Sandra


sábado, 9 de febrero de 2013

Never let me go.

Nos duele tanto separarnos porque nuestras almas están unidas. Es probable que siempre lo hayan estado y que siempre lo estén. Quizá hayamos vivido mil vidas antes que esta y nos hayamos encontrado en cada una de ellas. Y hasta es posible que en cada ocasión nos hayamos separado por los mismos motivos. Eso significa que este adiós es a un tiempo un adiós de diez mil años y un preludio de lo que vendrá. 


Vengo aquí e imagino que éste es el sitio donde todo lo que he perdido desde mi infancia vuelve a mí. Me digo a mí misma que si fuera cierto, y esperara lo suficiente, una pequeña figura aparecería en el horizonte a través del campo, acada vez se haría más grande y vería a Tommy. Él me saludaría y quizá me llamaría. No permito que la fantasía vaya más allá. No puedo. IMe recuerdo que tuve la suerte de tenerlo un tiempo conmigo. No estoy segura de que, nuestras vidas hayan sido tan distintas de las vidas de los que salvamos. Todos finalizamos. Quizá ninguno de nosotros comprenda lo que ha vivido, o sienta que ha tenido suficiente tiempo.

viernes, 8 de febrero de 2013

Faltaba uno

La incertidumbre la animó a hacerlo, tenía que saberlo y comenzó. Sí. No. Sí. No.
Ella lloraba viéndola deshojada en el suelo. No sabía que a la flor le faltaba un pétalo. 

Minetras tanto él la quería desde el prinicpio.
                                                                                                  Sandra.


martes, 5 de febrero de 2013

Candleholder



   

Cuando las luces no solo iluminan el camino, sino que lo llenan de color.
Los destellos no son solo destellos, también son pretextos para tiznar el mundo de la mayor gama de tonos imaginable. 
El cielo pigmentado, luciendo con fuerza, la visión de un universo iluminado hasta el punto más sombrío de la faz de la tierra.


                                                                                                                                                         Sandra.

Forget forgot



Gabriel Celaya

Debo ser algo tonto
porque a veces me ocurre que me pongo a hablar solo,
y digo cosas locas,
digo nombres bonitos de muchachas y barcos
o títulos de libros que nadie ha escrito nunca.
Debo ser algo tonto.

Babeo, grito y lloro.
Los verbos absolutos me llenan de ternura
y esas vocales sueltas, inútiles, redondas,
que vuelan para nada,
me elevan boquiabierto hacia no sé qué gozos.

Soy feliz y, por eso, también un poco tonto.

lunes, 4 de febrero de 2013

Bambalinas

Siempre se mantuvo en un segundo plano. Detrás del escenario, entre bambalinas. Ella se encargaba de subir el telón cuando la escena lo requería, de bajarlo cundo la obra había terminado. No era la protagonista, pero sin ella "todo" no era nada.


Siempre se mantuvo en un segundo palano y mira, hoy brilla como ninguna.

Sandra

domingo, 3 de febrero de 2013

Sayings


Dicen que al mal tiempo buena cara, que después de la tormenta siempre llega la calma, pero que al fin y al cabo las cosas nunca cambian. Que todo lo que sube baja, pero que agua que pasa no mueve molinos. También dicen que todo el mundo merece una segunda oportunidad, pero que segundas partes nunca fueron buenas; que quien tiene boca se equivoca y que rectificar es de sabios. Que querer es poder y hace más quien quiere que quien puede, pero que quien todo lo quiere todo lo pierde, además que de donde no hay no se puede sacar. Que quien no arriesga no gana, que quien la sigue la consigue. Que no por mucho madrugar amanece más temprano, pero que a quien madruga Dios le ayuda. Que si te pica te rascas, que todo lo que escuece cura. Que no hay mas ciego que el que no quiere ver, que a palabras necias oídos sordos pero que a buen entendedor pocas palabras bastan. Que la confianza da asco. Y que quien no corre vuela, que ya se sabe que las apariencias engañan y que por supuesto que no es oro todo lo que reluce. Y mira que quieres que te diga si quien avisa no es traidor, que si te he visto no me acuerdo, y que a rey muerto rey puesto. Que más vale solo que mal acompañado.